Durante el operativo, los oficiales confiscaron equipos de sonido y le prohibieron a Ollie predicar por 48 horas, mientras que los demás recibieron una notificación para no regresar al lugar por un día.
John relató que fue esposado mientras predicaba y que los policías se burlaban, asegurando que “nadie iba a escuchar” su mensaje.
Jesse aprovechó para compartir con los oficiales: “Jesús murió por ustedes. En la tierra pueden juzgarnos, pero hay un juez mayor, su nombre es Jesús”.
Los tres predicadores fueron liberados poco después, y John agradeció a Dios por la protección demostrada y por lo que sucedió después del incidente: “La persecución reveló el propósito”, afirmó.
El hombre que filmó la actuación policial presenció todo y, conmovido por el testimonio y la perseverancia de los evangelistas, decidió entregar su vida a Cristo.
John testificó: “El enemigo intentó silenciar el Evangelio, pero Dios transformó esa situación en un testimonio. La persecución se convirtió en semilla para el bautismo en aguas. Una sola alma vale cualquier cadena”.
El incidente ha generado apoyo en redes sociales por parte de cristianos británicos y de otras naciones, quienes destacan el valor y la fe de los evangelistas ante la adversidad y las injusticias legales que buscan limitar la proclamación pública de la fe.